Agua gratis…
Tres gobiernos autonómicos (Baleares, Navarra y Andalucía)
promueven leyes que comportarán la obligación de que los
establecimientos públicos, como bares, restaurantes y hoteles,
faciliten un servicio gratuito de agua potable no envasada.
Las normativas en marcha coinciden con la tendencia en bares
y restaurantes que ofrecen una jarra de agua (directamente del grifo u osmotizada). “El agua de boca es un derecho de la ciudadanía y, por lo tanto,
debería ser considerado como un servicio público básico”,
Rosa García, directora de la Fundación para la Prevención de los Residuos-Rezero,
que, junto con la OCU, ha reclamado una ley estatal que obligue a los
establecimientos a ofrecer un recipiente con agua y vasos para el consumo gratuito.
La necesidad de reducir la proliferación de envases de un solo uso es el otro
gran argumento de los partidarios de esta propuesta.
Tres gobiernos autonómicos (Baleares, Navarra y Andalucía)
promueven leyes que comportarán la obligación
de que los establecimientos públicos, como bares, restaurantes y hoteles,
faciliten un servicio gratuito de agua potable no envasada.
Las normativas en marcha coinciden con la tendencia en bares
y restaurantes que ofrecen una jarra de agua (directamente del grifo u osmotizada).
“El agua de boca es un derecho de la ciudadanía y,
por lo tanto, debería ser considerado como un servicio público básico”,
señala Rosa García, directora de la Fundación para la Prevención
de los Residuos-Rezero, que, junto con la OCU,
ha reclamado una ley estatal que obligue a los establecimientos
a ofrecer un recipiente con agua y vasos para el consumo gratuito.
La necesidad de reducir la proliferación de envases de un solo uso es el otro
gran argumento de los partidarios de esta propuesta.
En algunas capitales europeas, como en París, es frecuente que
en bares y restaurantes se sirva gratis agua de grifo.
No es el caso de España, donde pedir un vaso de agua exige
una justificación variopinta (es “para tomar un pastilla”, es “para el niño, que tiene sed”…),
que requiere tanta solidez como las viejas sentencias,
ante la escrutadora mirada del camarero. Incluso,
un temblor culpable sacude al cliente si osa pedir agua del grifo a secas.
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